Foto de su credencial de la Casa Argentina en París |
Hace dos años, la Casa Argentina en París junto con la Société Francaise de Physique y la AFA hicieron un homenaje a Eduardo Pasquini, que fue huésped de esa casa en el año 1970. En esa ocasión Gabi Pasquini contó una breve historia de la vida de Eduardo, que ahora sus dos hijas, Gabi y Laura, adaptamos para leer aquí, en este lugar tan querido e importante para su vida.
Eduardo Alfredo Pasquini, papá, nació el 24 de abril de 1941 en la Provincia de Córdoba. Su padre era ferroviario y nuestra abuela Libia (La Noni) era modista. Eran de extracción humilde, una familia católica y fuertemente peronista. Eduardo fue el segundo hijo. Vivió su primer infancia en un pueblito muy chico llamado Ríobamba (una estación de ferrocarril y unas casitas más), para trasladarse luego a una ciudad chica (o pueblo grande), Laboulage, al sur de la provincia. Eduardo competía en natación y era buen alumno. Decidieron mandarlo al Liceo Militar (ironía del destino) en la Ciudad de Córdoba, única manera de que pudiera cursar estudios secundarios de calidad. Una de sus tías, Rosita, tenía ya una posición económica razonable y lo alojó en su casa por unos años. Después de estudiar dos años de Ingeniería pudo dar el examen para ingresar a la carrera de física en el Instituto de Física Bariloche en agosto del año 1961, donde probablemente comenzó a ampliar sus horizontes.
Papá nos contó innumerables anécdotas de esa época, incluyendo cada una de las bromas pesadas con las que recibían cada año a las nuevas camadas.
En Bariloche conoció a mamá, Liliana Graciela Mizraji. Liliana tenía un año menos, estudiaba psicología, era porteña y de familia de clase media absolutamente antiperonista. Liliana había ido a Bariloche de vacaciones con una amiga, allí se enamoraron y se casaron un año después. Nueve meses después nació Gabi. Ellos apenas tenían 22 y 23 años; papá estaba por recibirse y mamá había interrumpido sus estudios para ir a vivir a Bariloche. Vivimos un año más en Bariloche. Imaginamos que habrá sido una época intensa y feliz. Nuestra tía Susu (hermana de mamá y casada también con un físico egresado del Balseiro conocido como “El loco Vazquez”) nos ha hablado siempre con emoción de la época en que vivían en “La Planta”, y reconoce a todos en las fotos borroneadas en blanco y negro, recordando cada uno de los nombres.
Luego nos mudamos a Buenos Aires. Ahí nació Laura, mientras Liliana completaba sus estudios entre embarazo y lactancia papá trabajaba en la CNEA. Luego a papá le ofrecieron un puesto en la Universidad de Rosario, que incluía el proyecto de armar un Departamento de Física. El trabajaba en Física Nuclear, tema de punta de la época, y que para ese entonces (año 67-68) tenía expectativa de contribuir al desarrollo nacional. En Rosario Liliana participó de la creación de la escuela de psicoanálisis en la ciudad. En esa época ambos comenzaron a tener una participación activa en política.
Nos fuimos a Francia en enero de 1971, a acompañar a papá en su estadía doctoral. De los dos años que vivimos en París tenemos muchos recuerdos. Recuerdos inolvidables son los paseos, los viajes que hacíamos alojándonos en albergues (la beca doctoral no daba para hoteles, por supuesto). Nuestro departamento estaba siempre lleno de visitantes argentinos, reuniones hasta tarde en la noche. Supimos después que esa fue una época de gran actividad política; supimos por ejemplo que Liliana colaboró en las investigaciones para el Libro de Emanuel, de Cortazar.
Volvimos a Argentina en abril de 1973, antes de que papá termine su doctorado, quizás porque ellos no soportaban estar afuera en un momento que consideraban trascendental en la historia, poco antes de la asunción de Cámpora
Volvimos a Rosario. Esa es la infancia más nítida para nosotras. Ellos trabajaban mucho. Papá tenía un cargo de profesor en la Universidad, mamá tenía consultorio muchas horas por día. Nuestra casa siempre llena de gente, grandes discusiones que escuchábamos desde la cama mientras nos dormíamos y que duraban hasta altas horas de la noche. Los estudiantes tomaban a nuestros padres (ellos apenas pasaban los treinta años) como referentes ideológicos. No sabemos si ellos tuvieron alguna militancia concreta en alguna agrupación, en todo caso no lo supimos. Nos enteramos que se acercaron en algún momento al PRT, nos lo contó un amigo cercano muchos años después. La nuestra era una vida “normal”: escuela, vacaciones, amigos, tele, plaza. Lo menos “normal” era que teníamos unos padres jóvenes, que nos educaban de manera muy libre y abierta para la época.
Papá volvió a Francia en octubre de 1975. Estuvo 6 meses en Estrasburgo y terminó su doctorado en física. Volvió a fin de marzo, unos días después del golpe de estado. En esos meses previos, con papá ausente, el miedo a las AAA estaba presente. Recordamos quemar libros en el incinerador. En esos meses había asesinatos, allanamientos, estábamos al tanto, pero no teníamos dimensión (y estamos seguras de que nuestros padres tampoco) de la gravedad de sus consecuencias. Se los llevaron de casa el 10 de junio de 1976. Al despertar nos encontramos la casa revuelta y ellos no estaban. Sabíamos lo que había pasado.
Gracias a la iniciativa de un gran amigo de Rosario, Sergio Monserrat, hace dos años se estrenó un documental, donde nosotras, mi tía y muchos amigos pudimos contar esta historia y dejar reflejado lo que ellos eran y representaban.
Gabi y Laura Pasquini
Laura Pasquini Gabriela Pasquini |
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